“¡Dios mío! ¡En qué lío me he metido! ¿En qué momento se me ocurrió pensar que esto era una buena idea?”
Esto es lo que me dije cuando el instructor nos explicó en detalle lo que íbamos a hacer durante el entrenamiento. Nos estaba describiendo las diferentes actividades que íbamos a desarrollar en cada sesión semanal. De solo escucharlo ya me estaba doliendo el estómago. Incluso llegué a pensar en abandonar el entrenamiento de solo imaginar lo que se me venía encima.
Esto que te cuento fue hace más de 20 años cuando me inscribí a mi primer curso para aprender a hablar en público (y como me gusta sufrir 🙂 con el paso de los años, he participado en al menos dos más).
Teniendo cierta claridad de lo que quería hacer con mi vida, sabía que era necesario aprender y desarrollar, entre otras, esa habilidad en particular, pero de lo que no era consciente en ese momento, es que implicaba salir, si o si, ampliar, extender mi zona de confort. Y no tuve otra que tomar al toro por los cuernos y enfrentar mis miedos.
En aquel entonces supe que uno de los mayores miedos del ser humano, si no el que más, es el de hablar en público.
Hoy te puedo decir que, aún cuando he impartido decenas, si no es que cientos de cursos, clases, charlas y conferencias, algunas de ellas hasta para más de dos mil personas, y lo hago bien (no extraordinario, debo confesar), el miedo sigue estando ahí en cada ocasión pero ya no me domina, ahora convivo con él.
Esto me hace pensar que una condición prácticamente indispensable para poder avanzar y tener éxito en cualquier cosa que emprendas, es atreverte a extender tu zona de confort.
Se trata, literalmente, de atreverte a dar un paso al vacío con la confianza de que, al dar ese paso, vas encontrar dónde apoyarte para seguir avanzando y creciendo. Al menos en apariencia, no tienes ninguna certeza al respecto pero, al tener claro el resultado final, sucede que la vida, Dios, el Universo, o como lo quieras llamar, irá pavimentando ese camino. Es como aquella escena en una de las películas de Indiana Jones, donde el protagonista tiene que dar un paso a lo que parece ser es el vacío para poder llegar al otro lado de un abismo. Así es la vida de los emprendedores de éxito. Llena de incertidumbre.
Cuando expandes tus horizontes, cuando abres tu mente a nuevas experiencias, creces… y una mente alargada nunca regresa a sus dimensiones originales.
Ahora piénsalo por un momento…
¿Qué es lo que te está frenando en este momento?
¿Qué cosas sabes que tienes que hacer pero, por la razón que sea, aun no te has atrevido a hacerlas?
¿A qué le tienes miedo para seguir avanzando y creciendo?
¿Por qué sigues haciendo las cosas de la misma manera si sabes que no te va a generar resultados diferentes?
¿Se trata de dinero para comenzar a emprender? Si estas esperando que el dinero te caiga del cielo o sacarte la lotería, déjame decirte que eso no va a pasar. Con un poco de creatividad siempre puedes encontrar una manera de suplir inicialmente (de forma legal), la falta momentánea de dinero.
¿Se trata de que las condiciones del mercado o la economía global mejoren, o de que los planetas se alineen a tu favor? Mmm… tampoco va a pasar. No puedes esperar a que todo sea perfecto y esté en su lugar. Lo que necesitas hacer, teniendo claro la dirección hacia la que te diriges, es tomar acción, dar ese paso al vacío, como Indiana Jones, y confiar en ti y paso a paso las piezas comenzarán a encajar…
¿Te hace sentido hasta aquí? ¿Qué piensas?