¿Tienes hijos? Yo si.

Tengo tres.

Dos varones y una niña.

Bueno, ya no son unos niños, ahora son todo unos adultos y ya están en la treintena, pero hace algunos años, cuando todavía eran unos jóvenes adolescentes inmaduros, como sucede en la mayoría de las familias “normales”, a mi esposa y a mi nos hacían ver nuestra suerte con sus travesuras y sus ocasionales faltas de respeto, producto de esa etapa de crecimiento por la que tooodos pasamos.

Has de saber que a los tres les gusta mucho la fiesta y el baile, en particular la salsa cubana.

Y en el caso de la mujercita, le fascina.

En una ocasión, mi niña incumplió alguna de las tareas que tenía que cumplir en casa y la consecuencia de ello era un castigo. No había vuelta de hoja… eran las reglas de la casa.

Resulta que por la tarde tenía que ir a su acostumbrada clase de salsa (ahora hasta es maestra e imparte clases), pero en aquel momento por no haber cumplido con sus tareas, el castigo era quedarse en casa sin ir a su adorada clase.

Ya sabrás… me hizo un tango de aquellos (y no me refiero al baile de tango precisamente) por negarle el permiso de ir a su clase.

Literal, con lágrimas en los ojos y con su carita tipo gato de Shrek, me dijo algo como esto:

“Está bien pa’… castígame pero con algo que no me duela tanto”.

¡Ja! ¡Sí como no!

Quizá estés de acuerdo conmigo, o quizá no, en que si se ofrece la recompensa o el castigo adecuado a alguien, se puede lograr que dicha persona actúe de una manera determinada.

Dicho de otra forma, los estímulos externos e internos influyen en nuestros comportamientos y hábitos.

Esa fue la intención con mi hija.

Imponerle un castigo que la obligara, que la impulsara a cumplir con sus deberes en casa. Aunque le doliera.

Así somos los seres humanos.

Accionamos o re-accionamos para acercarnos al placer o para alejarnos del dolor.

Son nuestras dos principales motivaciones.

Y cada quien tiene una predominancia de algunos de estos dos estilos. O una combinación de ambas.

Puede que por un lado, tus acciones, tus comportamientos del día a día estén motivados por alejarte, por ejemplo, de la escasez de dinero, o por la posibilidad de ser despedido de tu trabajo o por el riesgo de tener que cerrar tu negocio o emprendimiento quizá por falta de clientes o de ventas, o por cualquier otra razón.

O también, por el otro, lo que te mueve es mejorar de puesto en el lugar de trabajo y das un paso al frente y te enfocas en aprender nuevas habilidades que te hagan destacar por encima de tus pares o, si es el caso, de ofrecer cosas novedosas a tus clientes gracias a que desarrollaste y entrenaste tus capacidades creativas que no todo mundo tiene la disposición de hacer o desarrollar.

En fin, creo que tienes la idea…

Seamos conscientes o no, siempre, siempre, siempre, nos movemos en función a estos dos grandes estilos de motivación.

Ahora quiero invitarte a reflexiones acerca de qué es lo que a ti, en este momento te muevealejarte de lo que no quieres en tu vida, o acercarte a lo que sí quieres.

En cualquier caso, cuando descubras cuáles son tus principales motivaciones, podrás tomar acción al respecto y no esperar a que alguien te castigue con algo que sí te duela, tal como le sucedió a mi hija.

Mientras tanto, puedes comenzar por incrementar tu capital intelectual y de negocios haciéndote miembro de Resumen Inteligente para acercarte más rápido a lo que sí quieres.

¡Se curioso, sigue aprendiendo!

Rafa Bravo

Autor bestseller y fundador de:

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